Sobre el blog
Como si mirásemos por el ocular de un microscopio, Eco Lab es un blog ambiental que trata de ver más de cerca todo aquello que nos rodea. En este particular laboratorio se buscan respuestas a las cuestiones más enrevesadas que nos asaltan de forma cotidiana.
Sobre el autor
Clemente Álvarez (Madrid, 1973) es un periodista especializado en medio ambiente y ciencia. Colaborador de El País desde 2004, le entusiasma mezclar elementos de la ecología con reactivos de la energía y la economía, aunque la fórmula pueda resultar altamente inflamable.
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octubre 2010
El reciclaje es parte de un proceso circular en el que los desechos vuelven a convertirse en materia prima para fabricar nuevos productos. Así, una y otra vez, reduciendo la generación de basura y la extracción de recursos naturales. Esta es al menos la teoría, pues a veces la práctica resulta algo diferente. ¿Cuántas veces se puede reciclar en realidad el papel, el vidrio, el plástico o los metales? ¿Es posible fabricar productos con estos materiales sin tener que recurrir a recursos naturales?
Resulta difícil hoy en día comprar alimentos frescos en muchas superficies comerciales sin llevarse alguna de estas bandejas de material espumoso blanco: ¿Cuál es este tipo de envase que tanto ha proliferado en los supermercados?
Cuando uno se fija en la bandeja, puede comprobar que lleva marcado un símbolo triangular con un número 6. Es el código de identificación de plásticos y el 6 se refiere al poliestireno, un polímero derivado del petróleo con el que se fabrican también platos de usar y tirar, envases de yogures, hueveras... Sin embargo, existe bastante confusión sobre este material concreto de las bandejas, incluso entre los propios productores.
Para fabricar aluminio se necesita bauxita, una roca sedimentaria a menudo de aspecto arcilloso que en España se trae principalmente de minas de la República de Guinea, de África. Los cargamentos de este mineral viajan en grandes buques hasta Galicia. En concreto, hasta el complejo industrial de San Ciprián (Lugo), de la multinacional Alcoa, el único punto del país donde la bauxita es transformada en alúmina, un proceso en el que también se genera el mismo residuo rojizo del vertido que ha hecho saltar todas las alarmas en Hungría.
Como explica Alcoa, compañía estadounidense líder de este sector en el mundo, que en 1998 se hizo con el grupo estatal Industria Española del Aluminio (Inespal), con cuatro toneladas de bauxita(1) se pueden obtener dos toneladas de alúmina (un polvo blanco parecido al azúcar, óxido de aluminio) y con esta cantidad se produce una tonelada de aluminio. Y a su vez, con una tonelada de aluminio se fabrican siete carrocerías de coche ó 60.000 latas de cerveza.
Gran parte del papel y cartón que utilizamos hoy en día ya tuvo alguna vida anterior como papel. España es uno de los países del mundo con mayores tasas de utilización de fibra reciclada. Sin embargo, hay ciertos productos que todavía se fabrican en un altísimo porcentaje con fibra virgen; es decir, con la de árboles. Y este es el caso del rollo de papel higiénico.
Según los datos de la industria papelera, Aspapel, un español consume cada año unos 157 kilos de papeles y cartones de todo tipo, 19 menos que la media europea. En cambio, gasta más higiénico y papel sanitario (tisúes): 16 kilos por persona, frente a los 14 de media europea.
Es una de las grandes preguntas que uno se hace en unos baños públicos: ¿Toallitas de papel o secador eléctrico? ¿Qué es mejor desde el punto de vista ambiental para secarse las manos?
Un estudio realizado hace unos años por la consultora Environmental Resources Management (ERM) para la marca británica de secadores eléctricos Airdri, compara 130.000 usos de estos dos sistemas de secado. Por un lado, poner las manos mojadas bajo el aire caliente producido por una máquina eléctrica durante 30 segundos. Por otro, coger dos toallitas de papel que acaban en una papelera. Un gesto y otro, frente a frente, repetidos hipotéticamente 500 veces por semana a lo largo de cinco años.
¿Cuántos kilómetros recorre la leche antes de llegar a la mesa del consumidor? En los supermercados franceses se pueden encontrar hoy tetra briks con un llamativo mensaje: J’aime le lait d’ici (Me gusta la leche de aquí). Es la marca “militante” creada hace ahora un año por la principal comercializadora de este producto en Francia, Orlait, para fomentar el consumo de leche de ganaderos del país. Según la costosa campaña de publicidad puesta en marcha para su lanzamiento, se trata de leche para gente responsable y preocupada por el medio ambiente, pues se diferencia de otras por la proximidad de las vacas a los consumidores.
¿Qué sistema de transporte vertical es mejor desde el punto de vista ambiental: las escaleras mecánicas o el ascensor? Una pregunta así se hacía hace poco Nina Shen Rastogi, en el diario digital Slate. Los escalones que se mueven pueden trasladar a mucha más gente a la vez y evitan la sensación de claustrofobia. La cabina que sube y baja ocupa menos espacio y es más rápida para desplazarse muchas plantas de una vez. Pero, ¿qué pasa cuando lo que se compara es el gasto en energía de estas dos formas de transporte?
“El ascensor es una máquina más eficiente, pues su desplazamiento es más directo, la gravedad ayuda más en la bajada y tiene menos pérdidas, es como una máquina de tren que se desplazara verticalmente”, comenta Rafael Macía, director de Calidad, Producto y Normativa de OTIS, la empresa que asegura haber comenzado a explotar de forma comercial uno y otro sistema en el mundo.
¿Cuál es el impacto ambiental de los aerogeneradores cuyas palas se han ido multiplicando por casi todo el país? A diferencia de las centrales eléctricas tradicionales, la gran ventaja de estos gigantescos molinos modernos es que proporcionan energía limpia a partir del simple viento, sin contaminar, ni dejar residuos peligrosos. Sin embargo, esto no quita que, a lo largo de todo su ciclo de vida, también causen diversos tipos de afecciones sobre el medio ambiente.
Antes de ponerse a girar sus palas para generar kilovatios no contaminantes, habrá sido preciso fabricar sus diferentes partes, transportarlas y montarlas en el lugar indicado. Y esto implica transformar recursos, generar emisiones y usar otras energías no tan limpias; es decir, contaminar. ¿Cuánto tardan estas máquinas en producir la energía que ha costado fabricarlos y montarlos? No mucho: 153 días.
¿Qué opción es preferible desde el punto de vista ambiental para cocinar: vitrocerámica convencional, de inducción o gas? Algunas comparativas de marcas de electrodomésticos dan como ganadora a la moderna placa de inducción. Sin embargo, si lo que se busca es reducir las emisiones de CO2 relacionadas con el cambio climático, lo mejor todavía sigue siendo el gas (ya sea de vitrocerámica o de quemadores convencionales).
Pongamos a cocer agua en cada una de estas cocinas. Según los datos del grupo industrial Teka, la vitrocerámica de inducción tardará menos de seis minutos en calentar 1,5 litros de agua de 15 a 90º C, mientras que la convencional necesitará algo menos de diez y la de gas cerca de once. Una de las grandes ventajas del sistema de inducción es su rapidez, lo que reduce mucho su consumo de energía.
Este 1 de septiembre se cumplía el plazo en España para la retirada del mercado de la bombilla incandescente de 75 W. Hace justo un año le tocó el turno a la de 100 W y en 2011 será la de 60W. Es parte del plan europeo de abandono de este tipo de lámparas tradicionales para impulsar el uso de otras tecnologías con un consumo de energía mucho menor, como las halógenas, fluorescentes o LED. Se espera que la propagación de bombillas más eficientes ayude a reducir el gasto energético. Sin embargo, el resultado puede no ser el esperado.
Un estudio publicado de forma reciente en la revista científica Journal of Physics D: Applied Physics considera que el desarrollo de una tecnología mucho más eficiente, como la iluminación en estado sólido (de la que forman parte los LED), tendrá justo el efecto contrario. Su argumentación es que así ha ocurrido en el pasado: desde el siglo XVIII, la aparición de nuevos sistemas para producir luz artificial se ha traducido en un mayor consumo como consecuencia de la reducción de costes.
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